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Nuestro sistema inmune y el envejecimiento

Personas jugando al ajedrez

Damos por hecho que el envejecimiento nos expone más ante las enfermedades. Y es así, pero una vez más, el ejercicio puede ralentizar estos procesos que deterioran nuestra salud.

Las personas mayores han sido uno de los primeros grupos de riesgo ante el covid -19 y de hecho, en la primera ola de la pandemia fueron las principales víctimas mortales de este virus. Sucede lo mismo con la gripe, por ejemplo, y este grupo de población es llamado todos los años a vacunarse.

Pero ¿por qué su sistema inmunitario no les defiende con eficacia? La respuesta está en el proceso de envejecimiento, que afecta al sistema de defensa del organismo. Nuestro cuerpo no solo produce menos linfocitos y rebaja la respuesta adaptativa frente a las amenazas externas sino que la respuesta innata, esa primera línea de defensa de nuestro organismo tampoco funciona bien.

Las funciones del sistema inmune se ven comprometidas. En concreto, la respuesta adaptativa se reduce porque producimos menos anticuerpos e identificamos peor a los patógenos:

  • los linfocitos B se producen en la médula ósea. Estas células son las encargadas de producir anticuerpos. Esta pérdida de las células que guardan la memoria de los patógenos reduce nuestra capacidad natural de respuesta y también la de las vacunas.
  • Los linfocitos T se producen en el timo. Este órgano va reduciendo su volumen desde los 20 años y en la edad adulta se puede haber reducido hasta el 3 por ciento de su volumen. La capacidad de producción de linfocitos se reduce por este motivo.

Además de afectar a las células del sistema inmunitario, el envejecimiento conlleva un proceso inflamatorio que afecta a la sangre y los tejidos. Esta inflamación es de por si un factor de riesgo para la aparición de enfermedades. En inglés se ha acuñado el término inflammaging para hacer referencia a la relación entre la inflamación y la edad.

¿Cómo podemos frenar el proceso de envejecimiento?

La genética, las patologías y experiencias previas o el estilo de vida que hemos seguido a lo largo de los años, son factores que determinan nuestro envejecimiento. Pero podemos hacer algo para romper esa relación entre edad y patología: mantenerse activo se considera hoy en día tan importante la salud como dejar de fumar.

El tipo de ejercicio que hay que hacer depende de estado de forma de cada persona. Debemos tener en cuenta que siempre es mejor hacer algo que no hacer nada: desde mover las piernas y brazos mientras estás sentado hasta caminar 10.000 pasos al día.

Sabemos que ele ejercicio ayuda porque se ha demostrado que las personas que han hecho ejercicio toda su vida y lo siguen haciendo a los 80 años, presentan más linfocitos T y una menor reducción del timo. Por otra parte, caminar todos los días parece mantener el nivel de neutrófilos, la primera línea de defensa frente a las bacterias.

Establecer un plan de acción para mantener fuerte el sistema inmunitario puede comenzar con una revisión del estado de salud. Pruebas como el TelomCHECK nos permiten medir la longitud de los telómeros y por tanto, si la capacidad de reproducción general de nuestras células es la que corresponde a nuestra edad o estamos viviendo un envejecimiento patológico.

Por otra parte, tratamientos que se desarrollan en centros como Biosalud Day Hospital – Prevent o InmunoPlus – nos permiten actuar sobre diferentes factores y reforzar el sistema inmunitario.

El exceso de actividad del sistema inmune, un riesgo para nuestro cerebro

De la misma forma que buscamos que nuestro sistema inmune nos defienda de manera correcta debemos evitar que haya una hiperactividad de nuestras células defensivas. Más allá de la respuesta “exagerada” que puede provocar enfermedades autoinmunes, se está estudiando la relación entre la actividad del sistema inmune y las enfermedades neurodegenerativas, más asociadas a la edad.

El National Institute of Health en Estados Unidos está estudiando cómo el sistema inmune puede ser una de las causas del daño causado por las enfermedades neurodegenerativas en un proceso que implica una alteración en un gen responsable del desarrollo del cerebro en edades tempranas y una reducción de la capacidad de “reciclaje” de las partes de una célula dañada.

Aunque estos estudios son preliminares, nos indican lo importante que es el funcionamiento equilibrado de nuestro sistema inmune y su relación con diferentes enfermedades más allá de la defensa ante patógenos externos.

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